Si negamos que el hombre está muerto en pecado; que él es nada, que tiene nada, y que no puede hacer nada para merecer salvación, entonces hacemos al hombre veraz y a Dios un mentiroso. (Efesios 2:1-3)
Si negamos la elección eterna e incondicional de Dios en la salvación de un pueblo; hacemos la salvación por elección y voluntad del hombre en vez de ser por la elección, voluntad y propósito de Dios; entonces exaltamos la voluntad del hombre sobre la voluntad de Dios y destronamos al Todopoderoso y ponemos al hombre en lugar de Dios. (Romanos 9:11, 16)
Si negamos la redención particular y eficaz de los elegidos por la sangre de Cristo; entonces no tenemos ningún evangelio para predicar, solamente una expiación que no puede expiar, una redención que no puede redimir, y un salvador que no puede salvar, y hacemos una burla del sufrimiento y muerte de el Hijo de Dios y valoramos la sangre del pacto como una cosa inmunda (común)! (Hebreos 10:29)
Si negamos la obra invencible y esencial de Dios el Espíritu Santo; en la regeneración y el nacimiento nuevo entonces debemos negar que ‘Lo que es nacido de la carne, carne es’ y decimos ‘Lo que es nacido de la carne, espíritu es’! Entonces hacemos a Él menos que al hombre y negamos enfáticamente que la salvación es del Señor; Quien es el único que puede dar vida a los muertos. (Juan 3:6-7)
Si negamos la preservación y perseverancia de los santos; entonces declaramos abiertamente que hay un poder mayor que Dios, uno que puede frustrar Su propósito y arrebatar las ovejas fuera de la mano del Padre, contrario a las palabras del Señor Jesucristo. (Juan 10:27-29)
Si negamos a Cristo, Él también nos negará. (2 Timoteo 2:12, Lucas 12:8). |